Treinta años en el sector: oficinas en cinco direcciones diferentes, cambios constantes y algunos puntos fijos
Capacidad de adaptación a los cambios es uno de los términos que se utiliza a menudo en el lenguaje de gestión de negocios hoy en día. Aunque el término es relativamente nuevo, si se quiere expresar en pocas palabras lo que ha caracterizado al sector de la traducción y la interpretación en los últimos treinta años, es precisamente esto: la capacidad para adaptarse a los cambios en una gran variedad de aspectos.
AdHoc Translations acaba de celebrar su trigésimo aniversario. Una de las razones clave por las que la empresa sigue prosperando es que nos hemos mantenido al día con los avances tecnológicos a lo largo de los años.
Ya en 1990, cuando abrimos nuestra primera oficina en los modestos locales situados en la calle Sølvgade en Copenhague, la oficina fue equipada con la última tecnología disponible en el mercado en ese momento: ordenadores con una memoria de aproximadamente 20 MB, teléfonos fijos con opción para transferir llamadas y un fax. ¿Y el correo electrónico? Bueno, en esa época no existía. Usamos Kermit, un protocolo de transferencia de archivos con un módem al que los desarrolladores le dieron el nombre de la célebre rana verde del programa The Muppet Show. Kermit fue lanzado al mercado en 1989 y funcionó aceptablemente —aunque no siempre—. Cada transferencia de archivos se iniciaba con un sonido chirriante y penetrante, después de lo cual solo cabía cruzar los dedos y rogar que el archivo llegara al destinatario en Gran Bretaña o en los Estados Unidos. Las empresas danesas no utilizaban, por lo general, Kermit, sino que enviaban faxes, que llegaban como interminables hojas de papel. Más tarde se descubrió que los documentos enviados por fax tenían una vida útil limitada, puesto que la impresión acababa borrándose con el tiempo.
En la actualidad todos tienen al menos un teléfono móvil y, por supuesto, una oficina en casa, y la comunicación se realiza casi exclusivamente por correo electrónico. Teniendo en cuenta esto, resulta casi natural que AdHoc Translations no solo tenga una dirección comercial en Dinamarca, sino también una oficina en España y otra en la India.
El desarrollo tecnológico ha cambiado, por consiguiente, nuestros procesos de trabajo. Los plazos de entrega se han reducido considerablemente y las exigencias en cuanto a la calidad de los archivos que entregamos en muchos formatos diferentes son mucho más altas de lo que solían ser. Sin embargo, hay una cosa que no ha cambiado desde 1990: los textos todavía tienen que ser traducidos o editados por una persona, ya que ha quedado demostrado que la traducción automática nunca puede sustituir el trabajo de un traductor profesional. Tanto antes como ahora, la mayoría de los textos requieren cierta reflexión intelectual y un amplio conocimiento general, algo que una máquina no puede igualar (al menos todavía). Afortunadamente también hay puntos fijos en la historia de nuestra empresa: En AdHoc Translations tenemos colegas que han estado traduciendo con nosotros desde el principio o durante muchos años, mientras que otros que se han unido a nosotros más tarde han aportado sus nuevas ideas y habilidades. Por último, aunque no por ello menos importante, cabe destacar que tenemos clientes con los que ya llevamos tres décadas colaborando como proveedor de servicios de traducción. Por supuesto, nos sentimos sumamente complacidos, y un tanto orgullosos, de que así sea.
El cambio es algo positivo. En AdHoc Translations sabemos que nuevas tecnologías y nuevos requisitos exigen actualizaciones constantes de software, de hardware y del conocimiento de cada empleado. Esto difícilmente ha de cambiar en los próximos treinta años.
Written by
ANTJE RÖSCH Language Specialist